Mantener el color en las paredes por tiempo prolongado suele ser todo un reto. Las superficies se manchan en el proceso de decoración o en la reubicación de objetos y es cuando las manchas empiezan a aparecer.
¿Te ha ocurrido que intentas limpiar una diminuta suciedad en tu pared y se arruina porque queda marcada con alguna tonalidad distinta a la del resto del espacio?
O pasa que al mover un objeto grande o pesado, sin querer te llevaste un poco de la pintura y dejaste además un rayón. Si te ocurre unas de estas situaciones, lo más recomendable es no esperar mucho para limpiar la imperfección. Siempre frotando con un paño suave y algo húmedo.
Las manchas provocadas por vinos, gelatinas, mostazas, salsas o algún insecto, son técnicamente más sencillas de limpiar. Bastará con agua jabonosa y un paño, esponja u objeto limpiador. Pero también existen las manchas generadas al cocinar, maquillajes o betún. Estas manchas son consideradas manchas por aceite. Y requieren una limpieza especializada con un producto diseñado exclusivamente para estos desperfectos.
Otro dato importante a tener presente es que a la hora de pintar tu espacio, consideres que la pintura sea de buena calidad o que sea lavable. Esto te ayudará a que puedas tener mayor facilidad a la hora del lavado.